La Platja de la Fosca de Palamós, debe su nombre a la gran roca negra que la divide en dos partes, el arenal de la Fosca y el de Sant Esteve de la Fosca. Esta popular playa, que cuenta con un precioso paseo que la rodea a modo de camino de ronda, esconde una curiosa historia que explica de otra forma el origen de su nombre.
Cuenta la leyenda que la diosa griega Pyrene llegó hasta esta playa huyendo de Gerión, el monstruo de tres cabezas que la pretendía y que al ser rechazado por la bella diosa, quemó los bosques de los Pirineos y asesinó a su padre.
Pyrene huyó y buscó un lugar para esconderse, visitó numerosos y bellos rincones del litoral catalán, las bellas playas del Golfo Roses, la maravillosa playa de Aiguablava de Begur, pero finalmente escogió este lugar, donde se estableció con sus sirvientes. Aquí ordenó levantar su palacio, muy cerca de la punta de Sant Esteve de Palamós, entre el mar y la tierra, un lugar en el que confiaba que su amado Heracles sabría encontrarla.
El bello palacio disponía de exuberantes jardines con abundantes fuentes y estanques que, sumados a las fantástica situación de la playa, de fina y dorada arena, azules fondos y aguas agradables, se convirtió en su pequeño paraíso. Aquí disfrutaba de los paseos y baños a la luz de la luna, cenas y comidas bajo los olivos y de su maravilloso entorno.
Cerca existía un castillo, cuyo señor, al descubrir la belleza y dulzura de Pyrene, la colmó de regalos y súplicas para conquistarla. Pero tras el continuo rechazo de la diosa, una noche enloqueció y ordenó quemar el palacio y acabar con su vida.
El palacio quedó reducido a cenizas y las piedras de sus ruinas, fueron desapareciendo tras siglos y siglos de erosión por el mar y los vientos, pero quedó una obstinada y dura roca, ennegrecida por el fuego del incendio, que resistió todas las inclemencias del paso del tiempo y perduró como testimonio de aquella terrible noche.
Todavía hoy podemos observarla en el mismo lugar, se trata de la roca «fosca» (negra) que da nombre a la playa, la Fosca.
* Esta leyenda ha sido recogida de la revista Marinada de Palamós, quien la publicó inicialmente en el año 1922