La construcción de los “pous de glaç” (pozos de hielo) que encontramos distribuidos a lo largo del macizo de las Gavarres, nos confirma la importancia que el comercio del hielo tuvo para la economía local. Esta actividad se desarrolló durante los siglos XVII, XVIII y XIX, coincidiendo con un periodo climático de frecuentes y fuertes nevadas en la conocida “Pequeña Edad de Hielo”, que sufrió toda Europa y que ocasionó un descenso destacado en la temperatura media.
El “pou de glaç” era una construcción subterránea, excavada parcialmente en el suelo, con paredes de piedra y cubierta por un arco, que se construían en lugares sombríos y húmedos donde existía un microclima mucho más frío. El hielo que en él se almacenaba, provenía de la nieve y mayoritariamente de las aguas heladas que se formaban en las balsas de los arroyos cercanos durante las frías noches de invierno. Se serraba en bloques de medidas estándar y se volvía a guardar cuidadosamente de nuevo en el interior de los pozos, dispuesto en capas entre las que se colocaban unos aislantes formados con ramas de arbusto y paja, que favorecían la conservación aún en los meses más calurosos. Para finalizar esta operación, se tapa el pozo y tan sólo se podía observar su interior a través de una ventana.
El proceso de guardar el hielo se realizaba entre los meses de octubre a febrero, de esta forma se garantizaba una mejor conservación, y llegado el mes de mayo se iniciaba su comercialización generando nuevos oficios, como el pesador de hielo y el vendedor. La actividad era controlada por los ayuntamientos que arrendaban el derecho al monopolio, los lugares de distribución, horarios y su precio, cuyo incumplimiento podía suponer sanciones.

imagen: Pou de glaç – Font de Salomó
Este hielo se usaban en la conservación de los alimentos, especialmente el pescado, en el refrigerio de bebidas y la elaboración de los helados, pero además tuvo una enorme importancia en el campo de la medicina, ya que se usaba para controlar las hemorragias, calmar las inflamaciones o soportar las fiebres. Con la llegada de las nuevas técnicas para fabricar el hielo artificial, a finales del s.XIX, los “pous de glaç” iniciaron el declive de su actividad.
En las Gavarres se han encontrado hasta una decena de estos elementos patrimoniales, dos de ellos forman el Pou de glaç de la font d’en Salomó en la Bisbal, reconocido en el 2011 Bien Cultural de Interés Nacional en la categoría de zona de interés etnológico, el Pou de glaç del Comú en la misma localidad, que se mantiene muy bien conservado actualmente y se puede visitar. El Pou de Can Cals de Forallac, está considerado el más antiguo de todos, ya que se diferencia por tener una estructura poligonal y está acabado en un arco o “volta” y no en cúpula.
Entre los municipios de Cruïlles, Monells y S. Sadurní de l’Heura, podemos encontrar cuatro de estos pozos, dos que forman parte del Pou de glaç del molí d’en Ribes, situados junto al molino del mismo nombre, además del Pou de glaç del castell de Camós y el Pou de glaç de Monells. En la ladera de la riera de Cabanyes en Calonge encontramos tan solo los restos del lo que fue el Pou de Glaç de la riera de Cabanyes, y finalmente, situado junto al mas Riera, el Pou de glaç de can Terrades en Santa Cristina d’Aro.
El macizo de les Gavarres destaca por su enorme valor natural pero también por los numerosos testimonios que encontramos y que demuestran la ocupación humana, el patrimonio cultural que esta zona de la provincia de Girona nos ofrece.