Cap Sa Sal fue antaño un hotel de lujo categoría cinco estrellas. Hoy, es un enclave dedicado a la oferta de apartamentos, pisos turísticos y residencias vacacionales. En los años 60, se convirtió en el símbolo de una región a punto de vivir un cambio radical en su sociedad. La construcción del Hotel Cap Sa Sal, a primera línea de mar, junto a las preciosas calas Aiguafreda y Sa Tuna, en la Costa Brava, fue un halo de esperanza y motivación, así como un evento social y un sello de distinción. Una comunidad, al sur de Begur, que gracias a Cap Sa Sal se convirtió en anfitriona del panorama internacional, cuando sólo apenas unas décadas atrás esta se enfrentaba a una población reducida y un sector económico en su fase terminal.
El sueño de una familia. El orgullo de una comunidad.
La familia Andreu, alta burguesía catalana, fue la responsable del éxito turístico y social de los inicios dorados de Cap Sa Sal. Propietarios de iconos cómo la montaña del Tibidabo en Barcelona, o el edificio de La Rotonda en Sant Gervasi, con vasta experiencia en el sector hotelero y al frente de un hotel urbano y dos de montaña; Cap Sa Sal daba vida a su sueño de sentar las bases de un camino sin precedentes en la Costa Brava. Con un hotel de cinco estrellas en primera línea de mar, sembraron el camino que atraería la atención del panorama internacional.
Cap Sa Sal empezó como un hotel decorado al detalle, diseñado por los mejores artistas del momento. Los murales de Josep Guinovart vistiendo el hall principal, junto a los interiores de Jordi Galí, el cuál trabajó también en La Rotonda, y la belleza de los jardines exteriores del paisajista Nicolau Rubió i Tudurí, quien seleccionó una vegetación específica entre las que encontrábamos palmeras washingtonianas, romero, hiedra, pinos mediterráneos, aloes y dracaena. El estilo del Hotel Cap Sa Sal, sumado a sus glamurosas y estimulantes dependencias, ofrecía a sus invitados y huéspedes un estilo de vida, una forma de expresión, nuevas formas de realización, entretenimiento y diversión que marcaron una época.
La distribución del hotel se prestaba a crear un ambiente inmejorable para realizar cualquier tipo de evento social o espectáculo. En el exterior, con un embarcadero privado dando acceso a los invitados que llegan por mar; en el interior, una discoteca y una sala de fiestas, salones y espacios comunes, cinco restaurantes, tres bares, y una capacidad de alojamiento de 230 habitaciones y suites. El hotel Cap Sa Sal abrió sus puertas en Julio de 1963, tras ocho años de intenso trabajo por parte de los mundialmente conocidos Bosch y Aymerich.

Una historia de éxitos, fracasos, esperanzas y cambios.
No todo fue gloria para el Hotel Cap Sa Sal. Tampoco para la familia Andreu. A pesar del éxito social del Hotel Cap Sa Sal, al cual acudían tanto un gran número de huéspedes cómo de invitados para recorrer sus instalaciones y disfrutar de sus servicios sin necesidad de alojarse, la gestión financiera del hotel empezó a resentirse, y a pesar de que a los invitados se les acabó cobrando por disfrutar de sus servicios e instalaciones, la cuenta de resultados no remontó.
El hotel cambió de dueños. Massana Feliu, de Barcelona. Miquel Arpa, de Girona. Compraron Cap Sa Sal por 150 millones de pesetas, un precio muy inferior al dinero invertido por la familia Andreu. La dirección cambió, y con ella, su gestión. El Hotel Cap Sa Sal empezó a vislumbrar sus nuevos comienzos de la mano de sus nuevos empresarios. Algunas de las habitaciones y apartamentos del hotel se alquilarían por un tiempo más prolongado, por temporadas e incluso años, bajo un descuento de alrededor del 50% en el precio del alojamiento.
Un hotel con múltiples personalidades.
Múltiples personalidades en la historia de Cap Sa Sal, múltiples facetas en la personalidad de un hotel icono de La Costa Brava que se ha sabido reinventar.
Los invitados, huéspedes y visitantes del antiguo Hotel Cap Sa Sal incluyeron desde gente de la comarca hasta numerosas celebridades. El estatus y el estilo del turismo que frecuentaba Cap Sa Sal lo impulsó a la primera fila en la oferta de lujo, a nivel de referentes cómo Saint-Jean-Cap-Ferrat, Portofino o Antibes.
Una de las personalidades en Cap Sa Sal que vale la pena nombrar fue responsable de su dirección, José Maria Malagarriga, un hombre que lideró al hotel en sus años de gloria haciéndole merecedor de su prestigio y un reconocimiento cómo es la placa ministerial al Mérito Turístico. Otras personalidades, esta vez, de cara de sus visitantes, recorren un variado espectro entre artistas, celebridades, políticos y demás. Entre ellos, el hijo del dictador dominicano Rafael Leonidas Trujillo «Chapita», Carmen Polo de Franco, el político Adolfo Suarez o el músico Xavier Cugat.
Hollywood también hizo una de sus mayores contribuciones al hotel Cap Sa Sal con la visita de Rock Hudson, el cual se integró cómo uno más en el ambiente tanto de ocio cómo profesional de este establecimiento emblemático de La Costa Brava. La ex-emperatriz Soraya (antigua mujer del Sha de Persia) también fue una de sus huéspedes y personalidades más conocidas.
Otros trazos característicos del ambiente social y del estatus del Hotel Cap Sa Sal fueron los innumerables eventos y actuaciones que en él tuvieron lugar, desde fiestas, reuniones, inauguraciones y lanzamientos de producto de la talla de empresas y marcas como Iberia o Mercedes Benz, hasta las actuaciones de artistas cómo La Chunga, Serrat o Julio Iglesias.
Cap Sa Sal y su privilegiado emplazamiento de la Costa Brava también han sido escenario de películas españolas, como por ejemplo, ‘El Turismo es un gran invento’ o ‘La dinamita está servida’, así cómo también en producciones de carácter internacional cómo ‘Some Girls Do’.